El Tiempo de Pergamino
Cultura
 Sabado 11 de Marzo de 2023

¿Qué es de la vida de Alejandra Trincavelli?

La bailarina que cautivó en “Tangos, el exilio de Gardel” de Pino Solanas cuenta sus dias actuales .

Desde las costas de España aseguró que cunado viaja a Pergamino “más que visitar lugares, visito a mi gente eso es una caricia en el alma”.

Alejandra Trincavelli, una artista inmensa que jamás dejará de ser nuestra por más que dance en las playas más lejanas. Recuerda sus inicios, en Pergamino, con Susana Fischenich en la danza contemporánea (también estuvo con la inolvidable Eva Cardamone) y su partida a Buenos Aires. Bella y etérea, Alejandra se unió a varios grupos de danza e intensifico sus estudios en la disciplina, hasta que llego ese día en que, junto a sus compañeros de Núcleo Danza fue seleccionada para actuar en la mágica película de Fernando “Pino” Solanas que descubrió una ventana a la nueva democracia, “Tangos, el exilio de Gardel”, donde la pergaminense forma parte de una de las escenas más importantes que tenía como escenario la Biblioteca Nacional. 

¿Cómo es tu vida en la actualidad, seguís con la danza? 

La danza está y estará siempre en mí, desde muy chiquita se alojó en mí ser. Bastó con ver a mis padres bailar el tango, a mi me resultaba mágico ver que se desplazaban como si estuvieran en el aire y la coordinación que los unía. Los últimos 20 años estuve trabajando como profesora de Danza Contemporánea en “Bilans, Escola de Dansa”, en Calella (España), lugar donde resido. Después del ‘confinamiento’, decidí parar, simplemente para recrear mi futuro con ella.

¿Qué recuerdos te trae aquella escena maravillosa en la Biblioteca, nada menos que en “Tango, el exilio de Gardel” de Fernando Solanas? 

Lo que recuerdo de aquella escena, sobretodo, es el cuidado y la responsabilidad con que había que trabajarla, lo que nos llevó a ensayarla una y otra vez. No me refiero sólo a los meses antes del rodaje, sino también al mismo día de su filmación. Ese fue el día más duro, junto con mis compañeros quedamos exhaustos; pero lo logramos. Al día siguiente nos enteramos que la escena había salido bien y que quedaba. Pino Solanas se acerco y me dijo. “Alejandra, es la mejor escena de la película”. Puede pasar que para el espectador lo sea o puede que no, pero para mí fue un logro personal y el resultado de un excelente trabajo en equipo, nuestro equipo, el de los bailarines.

¿Cómo fue que ingresaste a la danza desde tus inicios en Pergamino y luego, ya en Buenos Aires, a Núcleo Danza?

Mis primeros ‘pasitos de danza’ los inicié con 6 años en el Estudio de Eva Cardamone. Por cuestiones de salud tuve que dejarlo. A los 13 años continué mi formación con Susana Fischenich y a mis 17, en Buenos Aires seguí formándome con el objetivo de ingresar en el Taller de Danza del Teatro General San Martín. Una vez en el taller, Ana Itelman y Renate Shottelius despertaron en mí la curiosidad por el mundo de la composición. Comenzó una etapa muy intensa y creativa, donde conocí mucha gente que me acompañó en lo profesional y personal, como Sandra Halpern y Diana Machado, amigas hasta la actualidad. Simultáneamente, trabajé en distintas compañías, entre ellas las de Ana Kamien, Danzarte, Nucleodanza, Ana Deutch. A Nucleodanza llegué a través de mi amiga y bailarina Sandra Halpern. Ella era integrante de la compañía, me avisó que había una vacante, me propuso y me llamaron.

¿Por qué la decisión de radicarte en España (Calella Barcelona)?

Por el año 1986, decidimos con mi marido viajar a España para visitar y reencontrarnos con su hermano, que vivía en Calella, un pueblo costero cerca de la ciudad de Barcelona. Nos gustó mucho y probamos de quedarnos un tiempo y casi sin darnos cuenta, acá seguimos.

¿Qué recuerdos de tu adolescencia te quedan de Pergamino, lugares a los que ibas, la escuela, los amigos?

Son hermosos los recuerdos de esa etapa, aunque transcurrían rodeados de miedos, por esas fechas. Fue una suerte contar con amigos maravillosos que me nutrieron y me siguen nutriendo de una amistad incondicional. Mi grupo de colegio del Huerto, no pudo haber sido mejor. Las escapadas a Corcho’s, inolvidables, y sobre todo, los mejores “Juanachos” de Pergamino, recuerdo ese pan con la corteza fina y crujiente. La ‘movida’ de El Cruce, fin de semana, Ruta: El Descanso, El Gato, Fedra. También recuerdo las actuaciones que hacíamos con Susana Fischenich en Bellas Artes y de sus enseñanzas. Participé, con amigos, en desfiles de moda, por ejemplo, para Mixage, donde recuerdo que mi primo Juan Ricci era el DJ, y tratábamos que todo saliera muy profesional. De esa hermosa adolescencia, conservo y conservamos una amistad increíble: “las 14/9 “. Teníamos 14 años y somos 9, prometimos que cada 14 del mes 9, haríamos todo lo posible por encontrarnos. El lema es: “no importa si no podés venir, la silla se pone igual”.

Si volvieras a tu ciudad, ¿qué lugares visitarías y por qué?

Cada vez que vuelvo a Pergamino, que es seguido porque nunca perdí el contacto con mi familia y amigos, cualquier lugar que visite es un regalo, ya que cuando estás lejos, los recuerdos y la añoranza se vuelven inmensos. Más que visitar lugares, visito a mi gente, una caricia en el alma. Eso sí, un lugar obligado es la librería ‘Impreso’, Casa de la Cultura, momento de estar y charlar con “Pato “que no puede faltar. Otro lugar es la radio, Radio Mon que la llevo siempre en mi corazón. El campo, el verde, el olor a pasto húmedo, ese solazo al amanecer y al atardecer, y las noches iluminadas por infinitas estrellas, eso, me hace renacer. En mi última visita, una amiga muy querida, me llevó a hacer un “City Tour”, y me mostró lugares nuevos en la ciudad que yo no conocía. Otro lugar emblemático para mí, donde siempre ‘la cita’ es con mi hermano para hacer ‘el cafecito’, es el Bar La Estación, cómo no ir a saludar a Armando.

¿Tenés proyectos presentes, o futuros, a nivel artístico?

Como te comentaba al principio, estoy en proceso de recrear mi futuro con mi danza, ya que es parte de mi ser y porque creo firmemente que es un lenguaje universal y que cuando bailás, entrás en un estado único, mágico y personal. Por eso invito a todos, a que al menos una vez al día, pongamos esa música que tanto nos gusta y dejemos que nuestro cuerpo dibuje bailando en nuestro espacio interior.



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