En el marco del Día del Periodista, no se puede dejar de mencionar a quienes, con humildad y constancia, forjaron su camino en los medios sin buscar protagonismos, pero dejando huellas profundas.
Uno de esos nombres es Omar Pacini, una figura emblemática en el periodismo local, cuya historia comienza en un rincón del partido de Pergamino y termina abrazando a la radio, la televisión, el diario y la vida misma.
“En principio lo mío fue una cuestión casi accidental”, confiesa Omar con esa franqueza que lo caracteriza. Su primera incursión fue desde su pueblo, Guerrico, cuando comenzó a enviar informes al diario La Opinión, en los tiempos en que Ramón Raymundo conducía la sección deportiva. “Mandaba los datos de los partidos de Progresista Guerrico. Nada muy elaborado, pero fue el inicio”, recuerda.
Desde esa primera colaboración, su camino fue tomando forma en diferentes escenarios. Uno de los puntos clave fue su participación en el periódico Pergamino entre 15 días, fundado por Horacio “Chichino” Ayestarán. “Ese quincenario marcó una época espectacular en la vida periodística de Pergamino. No lo digo por mí, sino por el equipo extraordinario que trabajaba ahí”, destaca con respeto y admiración por sus colegas.
Más adelante llegó la radio, y con ella una nueva etapa de su vida profesional. Omar se incorporó a LT 35 Radio Mon, donde comenzó a transmitir partidos de básquet en una época en la que la demanda del público superaba las posibilidades físicas de los estadios. “Comenzamos con partidos entre Douglas Haig y Comunicaciones, porque no todos podían entrar. Y alguien pensó que la radio podía ser la solución”, relata. Así comenzó a relatar, a ponerle voz a las jugadas, emoción a los silencios, análisis a los rebotes.
También incursionó en Canal 4 de Pergamino, donde aportó su experiencia y mirada aguda en los primeros pasos de la televisión local. “Además, colaboré en automovilismo con Radio San Nicolás y Radio Belgrano. Fue un tiempo muy rico, de mucha actividad y entusiasmo.”
Entre sus recuerdos también aparece una oportunidad que no se concretó, pero que guarda como una anécdota importante: “Hubo una chance de ir a Radio Rivadavia para relatar básquet en tiempos del Rodrigazo. Por cuestiones económicas del momento, no se pudo concretar. Pero la posibilidad estuvo, y eso también lo guardo como parte de mi historia.”
Más allá de la nostalgia, Pacini mira con preocupación el presente del periodismo. “Está pasando una crisis en términos generales. Yo tengo otra formación, otro concepto. Hoy ya no se ve ese cuidado, esa pulcritud, ese respeto con el que se trabajaba antes. Todo es más burdo, más pobre en léxico y contenido, quizá como reflejo de una sociedad donde predomina la agresividad y la mala educación.”
Sin embargo, no todo es pesimismo. “Hay respuestas. En estos días hubo reuniones y distinciones en medios nacionales que renuevan la esperanza de que esa cultura periodística de calidad no desaparezca del todo. Ojalá se mantenga viva”, dice con convicción.
Como hombre de oficio, observa también los desafíos que plantea el futuro, en particular el avance de la tecnología. “¿Qué va a pasar con la inteligencia artificial? Ya hay medios que están escritos y publicados íntegramente por sistemas automáticos. Es un verdadero despojo de lo intelectual, sobre todo para quienes venimos de otra época, donde el periodista era el que ponía el cuerpo, la cabeza y el alma.”
A pesar de los cambios, hay algo que nunca se pierde: la pasión por comunicar, el vínculo con la gente, el valor de las historias compartidas. “El periodismo me dio muchas satisfacciones. Pero sobre todo me dio una cantidad gigante de amigos, de conocidos. Eso me permitió vivir la vida de una forma distinta, más rica, más humana.”
En sus palabras, siempre aparece el agradecimiento. “Un saludo para todos, y un reconocimiento a quienes influyeron en mi vida. El periodismo fue para mí una escuela de vida. Como decía Alberto Laya, ese maestro incomparable, más que una profesión, es un oficio galvanizante.”
En el Día del Periodista, Omar Pacini no necesita grandes titulares ni homenajes rimbombantes. Su historia se honra sola, con la coherencia de una trayectoria hecha de trabajo honesto, mirada crítica, compromiso con la verdad y un profundo amor por comunicar.
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