Para Santiago Ceccoli, titular de la empresa de Viajes y Turismo que lleva su nombre, Perú no es solo un destino: es una experiencia que deja huella. Cada vez que coordina una salida grupal lo confirma: “Viajar a Perú te transforma”.
El viaje comienza en Lima, una puerta de entrada que sorprende a todos. La ciudad combina tradición y modernidad, con malecones que miran al Pacífico y una gastronomía que es “de las mejores del mundo”. Ver al grupo disfrutar un ceviche o lomo saltado marca el momento en que el viaje empieza a sentirse especial.
La aventura continúa en Cusco, el “ombligo del mundo”. Sus calles empedradas, templos y esa energía única generan una conexión difícil de explicar. “Cusco te invita a mirar más allá de lo turístico”, afirma Santiago, quien reconoce en cada viajero la mezcla de emoción y asombro.
Luego llega el Valle Sagrado, uno de sus sitios favoritos: pueblos auténticos, mercados vibrantes y montañas que acompañan cada tramo. Allí, los grupos se relajan, se ríen más y sienten que comparten algo único. Esa tranquilidad prepara el corazón para el momento más esperado.
Y sí: Machu Picchu impacta incluso cuando uno cree estar listo. La ciudadela aparece entre las montañas y todo se vuelve emoción. Para Ceccoli, es el instante más intenso como coordinador: ver en las miradas de los pasajeros esa mezcla de sorpresa y felicidad que solo este lugar puede generar.
La mejor época para hacer este viaje es de mayo a octubre, el clima acompaña y permite disfrutar cada destino. En siete noches, asegura, se vive un recorrido completo, profundo y humano.
Santiago ya hizo este itinerario tres veces y siempre siente lo mismo: Perú tiene algo que queda adentro. Acompañar grupos y ver cómo cada uno vive su experiencia es lo que lo motiva a seguir organizando estas salidas. “Ojalá la próxima vez seas parte vos también”, invita.
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